De la espiral de la culpa también se sale

Tú lo llamas «adicción al deporte», yo lo llamo «espiral de la culpa». Y te aseguro que es tan terrorífica como una sesión de tabata a las seis de la mañana
Vuelve la Navidad y asoman en nuestra cabeza voces como «Tendría que haber hecho un poco más de ejercicio para compensar la comilona de hoy», «Ayer me tomé un par de copas de más, así que hoy debería entrenar el doble», «No tendría que haber comido tantos polvorones»…
Si tú también te sientes culpable cuando no entrenas y también cuando entrenas, ah, espera, ¿Que te sientes culpable todo el tiempo? Entonces sigue leyendo porque en este artículo descubriremos qué hay detrás de todas esas «voces acusadoras».
Querida lectora, permíteme decirte que lo que tú tienes no es «adicción al deporte», sino, sencillamente, «culpa». Pero, ¿cómo nace esa culpa? ¿Y cómo podemos deshacernos de ella?
A lo largo de nuestra vida crecemos y convivimos con patrones de excelencia, que nos hacen marcarnos unas expectativas muy elevadas, inalcanzables, que acaban desencadenando en frustración y angustia. Nos miramos desde la mirada del otro, con una perspectiva ajena, extremadamente exigente y sofocante.
Un círculo vicioso del que es muy complicado salir. Complicado, pero no imposible. Por eso, aquí abajo te dejo algunas claves para acabar con ese círculo vicioso y convertirlo en círculo virtuoso.
Si quieres liberarte de esa carga, el primer paso es aceptar la culpa. Reconócela. Hacemos lo que podemos, con lo que podemos y en el momento que podemos. No te fustigues, deja de torturarte y no caigas en la tiranía del «debería».
Reflexiona y pregúntate: «¿Por qué hago deporte?», «¿Lo disfruto o lo hago por obligación?»… Plantea que esa misma situación que estás viviendo le ocurre a una persona a la que quieres. ¿Qué harías? ¿Le echarías la culpa como tú haces contigo misma? Trabajar la culpa, ponerla en palabras y situar los hechos nos permitirá hacer un alto para revisar nuestro lenguaje y nuestros actos.
Recuerda, en el equilibrio está la clave. Está bien que tengas un buen día. Pero también está muy bien que tengas un mal día. Está bien que entrenes. Pero también está muy bien que descanses. Está bien que comas «fit». Pero también está muy bien que te tomes ese gin tonic con tus amigas. Todo lo que hagas estará bien, siempre y cuando tú estés bien contigo misma.